Los defensores de las sondas robotizadas justifican su posición en los altos costos de las misiones humanas. Sus detractores aseguran que descifrar los misterios del cosmos debe ser un privilegio de las personas
Crédito foto: NASA
Desde el éxito de la primera misión cosmonauta, la conquista del espacio ha estado impregnada de un impacto político, mediático y emocional incuestionable. Jefes de Estado, gobiernos y agencias espaciales insisten, por ello, en que los vuelos tripulados estarán siempre en el centro de sus programas espaciales.
Aseguran que un astronauta no sólo encarna el sueño de cualquier persona común de explorar nuevos horizontes, sino que puede actuar con intuición y pensar creativamente, algo que es imposible para un máquina.
En la vereda de enfrente, los defensores de la tecnología cuestionan si todas esas misiones no fueron una pérdida de cientos de millones de dólares. Afirman, además, que los artefactos de inteligencia artificial revelan misterios más importantes.
Entre sus argumentos, se encuentra también el peligro al que se someten los exploradores. Recuerdos como el trágico incendio de Apollo 1, el complicado regreso de Apollo 13 y los fatales desenlaces de Soyuz 1 y 11 figuran entre los casos mencionados.
Gerard DeGroot, profesor de la Universidad de St. Andrews, en Escocia, señaló que "la gente se emociona tanto con las historias de vuelos tripulados que no piensa en las ventajas que tienen" las sondas. Actualmente, son esos instrumentos los que revelan enigmas de Saturno, Marte, Mercurio y el Sol.
"Ninguno de estos descubrimientos proviene de vuelos tripulados por hombres", agregó el investigador, autor de Dark Side of the Moon, un recuento crítico del programa Apollo de la agencia espacial estadounidense. En su opinión, la voluntad de ganar la carrera a la Luna "retrasó los avances en la tecnología de satélites".
Ante esos cuestionamientos, quienes defienden a los astronautas resaltan que las personas son realmente útiles, sobre todo ante dificultades y situaciones inesperadas, en las que llevan la ventaja sobre los artefactos robotizados.
No obstante, por ahora son robots los que asumen el papel de exploradores de los confines del sistema solar, mientras que las misiones tripuladas siguen confinadas a la periferia de la Tierra, signadas por las preocupaciones de seguridad.
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